domingo, 20 de noviembre de 2011

Emilio, el Ermitaño (2)

caballo
(...)

¡Toc, toc, toc!
-¿Sí?
-¡Soy la madre de Jaime, don Emilio! ¿Está aquí mi hijo?
-Sí, pero no se preocupe, dentro de un par de horas verá comer a su hijo como nunca, y no creo que nunca más vuelva a perder el hambre.
-¡Uy! Lo veo muy difícil, don Emilio, pero en fin. ¡Pórtate bien, Jaime! Hasta luego.
-Adiós, señora.
-¡En marcha, Jaime! Vamos al establo a buscar a Blas.
-¡Sí, don Emilio!
-¡Arri, Blas! ¡Vamos, arri! Iremos por muchos senderos, ¡daremos la vuelta al mundo!
-¡Sí!
-Y haremos un alto en el camino en Cuquet, ¿te parece?
-Lo que usted diga, don Emilio.
-¡Vamos, Blas, vamos, bonito!
-¡Iiiii! ¡Iiiii!
-Hoy hace un día precioso, ¿verdad, Jaime?
-Pues sí, aunque pronto se acabará el verano.
-¡Pero vendrá el otoño!
-Sí, pero luego volverá el crudo invierno, y con él las nieves y el frío.
-Eso es cierto, Jaime, pero el invierno también es bello; ver caer los copos de nieve, ver un manto todo blanco y puro sobre el bosque, poder deslizarse con un trineo por las pendientes de las montañas…
-Don Emilio, ¿ya llegamos a Cuquet?
-Sí, ¿por qué…? ¿Estás cansado a lo mejor?
-No, qué va, solo era para saberlo.
-¡Mira! Allí está Cuquet.

(…)

-¡Sooo! ¡Sooo, Blas! ¿Te lo estás pasando bien, Jaime?
-Sí, lo que pasa es que me duele un poco la barriga.
-Así que te duele la tripa, no será de hambre, ¿verdad?
-¡No, qué va!
-¡Mira! Allí hay moras, y bien gordas que son. ¿Comemos alguna?
-¡Sí!
-¡Pues a ellas!
-Están muy ricas.
-Pues yo, Jaime, no las encuentro muy buenas, más bien las encuentro un poco disgustadas.
-Yo las encuentro buenísimas.
-Pues son del tipo de agua, ¿no será que tienes hambre?
-¡No, no! Es que hacía mucho tiempo que no comía moras.
-Entiendo, ¿seguimos?
-Está bien.
granja


Héctor Castro Ariño+





Autor: Héctor Castro Ariño




Emilio, el Ermitaño (1)
Emilio, el Ermitaño (3)

1 comentario:

  1. Magnífica exposición de los sueños y ensueños que conformarán la caja fuerte donde se guardarán los valores que significan el recuerdo de aquel cincel que labró el alma de un muchacho, en las vivencias que le acompañaron hasta que fue hombre. Felicidades Héctor Castro Ariño por tu trabajo "Emilio, el Ermitaño" (1 y 2).
    Jesús Martínez

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